La Plata.- “Hay hambre, no tenemos nada para comer” son dos de las palabras más pronunciadas por quienes recurren a los comedores comunitarios de la ciudad de La Plata en medio del aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el gobierno. La situación es desesperante y preocupa profundamente a quienes por estas horas no pueden llevar un plato de comida a sus mesas.
Ante este duro contexto, las respuestas deben ser rápidas por parte del Ejecutivo Municipal encabezado por el intendente Julio Garro, más aún en una ciudad donde la pobreza alcanza a 271.678 personas (un 30,6 por ciento de la población) y la indigencia toca a 67.031 vecinos (un 7,6 por ciento). Trabajadorxs de la economía popular, amas de casa, cooperativistas, changarines, cuidadoras domiciliarias, conforman la lista de sectores golpeados por las consecuencias socioeconómicas de la pandemia.
En ese marco, los cientos de comedores y merenderos barriales de las organizaciones sociales están siendo un soporte importante para enfrentar la emergencia sanitaria, donde además del Covid-19, la mayor de las preocupaciones es la alimentaria que, junto al sanitario, es uno de los problemas estructurales de nuestras sociedades.
La situación de los barrios es de olvido, a los comedores y merenderos de nuestra organización acuden cada vez más familias y la demanda se triplicó en casi todos. A diario, lxs vecinxs tocan las puertas de los espacios comunitarios para preguntar por qué no se cocina todos los días, pedir un paquete de yerba, algo de harina, algo de arroz, pero ante los escasos recursos no damos abasto.
De acuerdo con un informe presentado por nuestra organización Barrios de Pie, en febrero de este año, hubo un aumento del 45,25 por ciento de malnutrición en La Plata: Más de 4 de cada 10 niñas, niños y adolescentes de 2 a 19 años, que asisten a comedores y merenderos presentaron una alta vulnerabilidad nutricional según el Índice de Masa Corporal (IMC).
Frente a toda esta situación llamamos a las autoridades locales a que sumen fondos propios de la comuna a la ayuda que viene dando Nación. El Municipio tiene recursos y, en el marco de esta crisis, debe poder subejecutar para la compra de alimentos y atender ahí donde más se necesita.
En todo este tiempo hemos llamado al diálogo y hemos mostrado predisposición a colaborar desde lo territorial para atender la situación, pero por el momento no hay respuestas. Consideramos que el Comité de Emergencia debería articular acciones en bien de lxs miles y miles de platenses de las barriadas, que son quienes más padecen esta situación.
Las ollas populares están proliferando cada vez más en el marco de la crisis. Son los mismos vecinxs que palpan la situación del hambre y se auto organizan para juntar alimentos y cocinar a leña una o dos veces por semana para darle pelea al hambre.
El cuadro es complicado y en las próximas semanas el país se enfrentará al pico más alto. Y si no hay una alimentación adecuada, esto va a golpear duramente a los sectores sociales más vulnerables. Por eso, vemos con preocupación que la comuna no tome las medidas necesarias para atender esta problemática.
Quedarse en casa en este contexto no es igual para los que menos tienen, porque cuando hay hambre las cosas cambian. Y si las autoridades locales no toman dimensión de lo que realmente pasa en los barrios, nos encontrarán movilizados para hacerles entender que el hambre no espera.