Loncopué fue el lugar en el mundo de muchos y de muchas. Fue la fiesta, la alegría, la democracia, la libertad. El NO más grande a la megaminería, porque pudo expresarlo el 83% de la población.
A
unos 300 kilómetros
de esta capital pasaron muchas cosas.Pasó la prepotencia y pasó la soberbia, la
acostumbrada utilización del poder a la que pudo imponerse otro tipo de
soberanía: la de las y los vecinos. En Loncopué, ayer, se hizo presente la
democracia en su expresión más amplia, en la de hombres y mujeres que se
acercaron a votar por una ordenanza que prohíbe una actividad capaz de terminar
con sus recursos y con sus vidas. No besaron los pies del poder, tomaron el
mando.
“Yo
no tengo miedo”
Un
acoso de volantes que invitaban a pasar del derecho a decidir decoraba la plaza
principal. Gente tomando nota en las esquinas, miradas como flashes y
advertencias de quienes bien recibían la visita de cada persona que se acercó a
la escuela 168 –establecimiento que ya no volverá a ser el mismo, ni el pueblo-
escribían el guión de una película de mafia. Los punteros del partido que
manipula esta provincia acechaban e inventaban los pretextos más ingeniosos
para que las y los habitantes de Loncopué no se acercaran a emitir su opinión
sobre la megaminería. En la esquina frente a la institución, un hombre se
camuflaba tras un ventanal recopilando información en una libreta y hablando
por teléfono.
Viviana
Vaca, una de las integrantes de Vecinos Autoconvocados de Loncopué, fue la
encargada de explicar qué venía pasando desde el día anterior. Las amenazas
fluyeron por todo el pueblo, la idea de “paz y trabajo” asociada a la actividad
cuestionada se repartió entre gran parte de las y los habitantes. Advertencias
de quita de subsidios, mentiras asociadas a la no obligatoriedad del sufragio y
hasta la llegada del ministro de Gabinete, Seguridad y Trabajo al lugar para
defender los intereses de un ciudadano (prominero) fueron parte de lo que se
vivió en el “mientrastanto” de la histórica fecha.
La
bronca y la impotencia producida por la parte desfavorable de la jornada de
ayer se fue opacando con las sonrisas que aparecían, algunas conocidas, por los
pasillos de la escuela. Entre esas sonrisas, también surgieron los pañuelos
blancos que llenan de orgullo y de confianza todo a su paso. “Vinimos con el
deseo de decirle sí a la vida, no a la mina, y acá estamos; realmente
sorprendidas porque la convocatoria que han hecho los compañeros tiene una
respuesta hermosa, vemos que la gente quiere votar. Por supuesto que nosotras
apoyamos el SÍ, nos parece que el agua es algo fundamental que hay que
defender. Han dado un ejemplo de unidad y es una construcción durante tantos
años de un pueblo que ha sabido organizarse. No es de un día para otro que se
hizo esto, son muchos años con coherencia, con ejemplos de ayuda al otro y han
dado estos frutos”, dijo Lolín Rigoni con su característico optimismo ante los
aparentes imposibles.
“Lo
que pasó con la dictadura militar y lo que está pasando con las minas es un
genocidio porque de alguna manera se está matando a la gente. Parece que la
vida no les importa y lo más lindo que tenemos es la vida. Nosotras, las
madres, muertes no queremos, de ninguna especie, ni por el genocidio ni por la
mina. Queremos la vida, disfrutar, no como esa gente que está llena de plata y
todavía quiere seguir explotando y matándonos a nosotros. Estamos muy contentas
de estar acá, porque esto que se ha hecho en Loncopué no se ha hecho en ningún
lado, un pueblito de la
Patagonia que ha acompañado toda la gente. Que sirva de
ejemplo”, reflexionó Inés Ragni, impulsada por la idea de continuidad
“genocidios/saqueos/resistencia” que había planteado el viernes Darío Aranda en
la mesa debate sobre megaminería y contaminación ambiental. “Esto para el
gobierno es un mal ejemplo, como ha sido lo de Zanón, pero a eso hay que
hacerle frente. Y todo lo que podamos hacer los de afuera lo tenemos que
hacer”, coincidieron.
Muchos
vecinos y vecinas no quisieron responder por qué iban a votar, tal vez por
miedo, tal vez por inseguridad. Sin embargo, también otros y otras expresaron
palabras de tan alto vuelo como“elegir”, “libertad”, “salud”, “medioambiente”,
“democracia” para terminar saltando a “felicidad”, “alegría” y “orgullo”. Hubo también jóvenes pronunciaciones de
confusión, como las de David y Doris, que iban a votar a favor de la ordenanza,
pensando en sus hijos, pero con miedo por la supuesta falta de empleo que
podría sobrevenir.
María
Rosa Destefanis, integrante de la
JuCon , comenzó a narrar su apreciación sobre la jornada con
una frase contundente “yo no tengo miedo”. “Pienso que es un acto de
desesperación. Creo que lo más importante hubiese sido que ellos el 4 de mayo,
cuando correspondía que se presentara la mesa del NO, se presentaran. Para
nosotros, los de la JuCon ,
hubiera sido una alegría que ellos también se presenten, porque en realidad
este es un acto democrático y hay que dejar que el pueblo decida, ya sea por el
SÍ o por el NO, por cualquiera de las dos cosas”, expresó refiriéndose a la
falta de fiscales opositores a la ordenanza. “Yo creo que esto trasciende, va
mucho más allá de esta lucha en contra de la minaría a cielo abierto, esta es
una acción democrática que ya cobró importancia por acción democrática en sí.
El pueblo tiene el derecho de vivir esta jornada con felicidad, con alegría,
con las cuestiones que tienen que ver con una fiesta democrática. Es una manera
de opinar, de decir, de decidir. Yo creo que es el único momento en que el
pueblo realmente tiene voz, cuando vota”, concluyó.
Aldana
Diez, presidenta de mesa, dijo sentir “mucha alegría”, aunque también “no me
sorprende nada lo que han hecho, es más: me esperaba hasta más. Es la
metodología que aplican, de tratar de comprar voluntades, de confundir, de mal
informar, de desacreditar a los que estamos en toda esta movida. Y también creo
que toda esa movilización que hubo en el último tiempo de la otra parte habla
de la importancia y de lo histórico y grande que es toda esta situación del
referéndum. Esto está yendo en contra de un modelo económico, en contra del
sistema con las mismas herramientas del sistema, porque es una herramienta de
la constitución. Está siendo usada para ir en contra de este modelo extractivo
que es una política nacional, provincial, no sólo del país sino de
Latinoamérica. Es una movida muy grosa, no es algo así nomás”. Definió a esta
lucha como una “forma de hacer política sin partidos políticos, sin hacer
política partidaria, que no es muy común en nuestro país. Toda esta movida
tiene que ver con esto, con que no hay partidos políticos detrás. Hay toda una
mezcla re interesante: política de los vecinos. Es política, pero no
partidaria”.
Adriana
Molini, otra de las involucradas en la pelea que vino dándose para llegar a
esta instancia, dijo estar “feliz porque la mayoría ha demostrado que no tiene
miedo”. “Feliz de que por fin se haya podido realizar, pero me preocupa que las
personas que fueron elegidas para este gobierno le mientan a la gente. Han
salido por todos lados y en los panfletos sobre que no se va a multar, no se va
a sancionar, sabiendo que están mintiéndoles, que esa gente, por ingenua o
porque no conoce las leyes, no hayan venido a votar. Luego van a tener que
pagar una multa, que no se las van a pagar esos señores que han venido con
mucha prepotencia”. Además, expresó su preocupación porque “los ministros digan
que no es vinculante, que no es obligatorio, que no van a haber sanciones.
Anoche fue a visitarnos gente de partidos gobernantes diciendo que no tenían
que venir a votar porque iban a perder el plan. Esas personas van a tener que
pagar una multa de doscientos pesos, que no se las van a pagar ellos”.
Si
bien no fue posible hablar con ningún referente del Movimiento Popular
Neuquino, sí se pudo entablar un diálogo con el concejal Gerardo Nisenbaum, del
Frente para la Victoria
cuya postura a nivel nacional es a favor de la megaminería. Sin embargo, el
funcionario expresó que “nosotros vivimos en Loncopué, y más allá de que
pertenecemos a un partido político tenemos pensamientos propios. Creo que sería
fundamental que muchos de los dirigentes y muchas de las personas empezaran a
pensar no sólo en el partido, sino también en la gente”.
“Viva
la democracia”
La
escuela se vació. Apenas las y los responsables de la votación y la poca prensa
que estuvo presente pudieron permanecer en los pasillos de los que saldría un
resultado posiblemente ejemplar. Las urnas pasaban de a una con resultados que
asombraban por el panorama que se había planteado anteriormente, una multitud
estaba en las puertas y cada vez que se abrían para anunciar el recuento de
votos la alegría se filtraba en cánticos y bombos.
Todo
indicaba que habría un final feliz cuando las mesas iban mostrando ya una
cantidad favorable del 80%. No era esperanza, era confianza en el pueblo que
alentaba desde afuera un resultado inminente.
Y
llegaron los resultados. Loncopué necesitaba 1802 votos para decirle NO a la
minería. 2125 personas votaron porque así sea. Participó, pese a las
“advertencias”, el 72% de las personas habilitadas para votar, sólo 323 de
ellas lo hicieron en contra de la ordenanza. Una lección al poder político y
económico. Un ejemplo para todos los pueblos.
“Sí
se puede”
La
felicidad se adueñó de las y los habitantes de Loncopué, el pueblo ejemplo. “Sí
se puede”, “no pasarán”, “si este no es el pueblo, el pueblo dónde está”, “viva
la democracia”, “vecino, vecina, la mina contamina” fueron los ecos que
cubrieron con un manto de festejo a la localidad. El brillo en los ojos y la
emoción en los labios no faltaron en ningún rostro de quienes rodeaban la plaza
sin alejarse del sitio en el que todo acababa de suceder.
Dado
que el Consejo (en donde se deberían haber resguardado las urnas) se encontraba
cerrado, las y los vecinos se organizaron para quedarse en la escuela
custodiando la prueba del triunfo en una muestra más de su unidad.
El
concejal Carlos Camargo, uno de los impulsores de la ordenanza, expresó: “esto
es algo importantísimo para nuestra localidad teniendo en cuenta que es una
lucha que venimos sosteniendo desde hace cinco años con todos los
vecinos.Primero éramos los fundamentalistas, los extremistas, y luego esto fue
tomando forma, porque es una lucha completamente por la vida, para cuidar
nuestro medioambiente. Esto es el coronario por la lucha que Loncoupé llevó
adelante a lo largo de estos cinco años, a pesar de las amenazas, a pesar de
que tenemos una provincia con actividad y gobierno pro minero. El pueblo ha
demostrado con este 83% que no quiere megaminería, que no quiere megaproyectos
que arruinen la vida de sus habitantes.
Es un ejemplo para todo el país, para todos los pueblos
latinoamericanos, fundamentalmente para los que están cerca de la cordillera. A
partir de hoy, Loncopué marca un punto de inflexión. A partir de mañana
Loncoupé es otro pueblo que se lo va a respetar con una decisión soberana. Esto
le va a servir a toda la
República Argentina y a los gobernantes, para que entiendan
de una buena vez que los emprendimientos megamineros son un desastre para el
medioambiente”.
Por
su parte, Viviana Vaca, emocionada, dijo: “estamos re felices, el resultado fue
arrasador. Más del 70% de la gente vino a votar solita, caminando. El resultado
fue el SÍ a la ordenanza por más del 80%, el 80% le dijo SÍ para cuidar la
vida, para seguirla protegiendo y para no permitir que ninguna multinacional
venga a saquear y contaminar el pueblo en que vivimos”.
Las
y los vecinos consultados por las sensaciones que los habitaban en tan
importante momento no se cansaron de usar la palabra “alegría”, “triunfo”,
“felicidad” y “freno al gobierno”.
Loncopué
es, a partir de ahora, el nuevo hito de la democracia. Hay que sostenerla,
defenderla y acompañarla. Tomar el ejemplo, mantener las manos unidas. La
megaminería es apenas una de las grandes bestias que acechan la vida de
nuestros pueblos.