NILDA GARRÉ, ¿QUÉ ESTÁS DICIENDO, QUÉ ESTÁS HACIENDO?

Varias décadas peleando desde el campo popular por una Argentina Libre, Justa y Soberana, volvieron a nuestra memoria en estos días de pasos acelerados y palabras urgentes en los que, como nos sucede cada tanto –en los últimos tiempos situaciones críticas similares retornan una y otra vez casi sin darnos descanso- los valores y principios que nos mantuvieron erguidos desde siempre, se mueven por terrenos minados de complicados obstáculos.

Compartimos los primeros años la pertenencia al gobierno kirchnerista, y recuerdo que participamos juntos de algunas actividades oficiales.

Tantas veces el fragor de las luchas nos llevó a buscar atajos impensados, no contemplados por los papeles de nuestros pensamientos “estratégicos” que fuimos amasando desde que nos asomamos al compromiso inclaudicable por cambiar realidades tan injustas para millones de compatriotas. Una y otras vez pensamos, balanceamos, y reanalizamos, si vamos bien, si el camino emprendido es el mas adecuado para superar las carencias actuales, o si perpetúa y profundiza las dificultades de esta Argentina por la que vivimos y morimos cada día. Dificultades en las que viven y mueren millones de personas que forman parte de una estructura que no cesa de reproducirse, en medio de penurias y privaciones que los confina a los márgenes de una existencia digna. Podemos argumentar sobre si los logros redistributivos que se produjeron desde 2003 en adelante son muchos o pocos en relación al crecimiento del PBI, sobre si éste es el único camino posible o hay otro u otros que nos permitirían avanzar más rápido, sobre si estamos o no definitivamente estancados en un modelo que es estructuralmente limitado. También se puede debatir sobre si le hacemos “el juego a la derecha” quienes nos fuimos del gobierno porque consideramos que sus capacidades transformadoras están agotadas, o quienes con una trayectoria de lucha consecuente continúan participando de él, avalando acciones de dudosa legitimidad. En definitiva, son interrogantes que nos hacemos cotidianamente.

Pero nos ha pasado más de una vez en el desarrollo de nuestras vidas militantes que levantamos la cabeza, y el interrogante es más perentorio: ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy diciendo?

Nilda, los pobres que cortan las rutas no son desestabilizadores, ni extorsionadores, ni salvajes que responden a oscuros intereses de otros. No van porque los manda nadie sino porque están convencidos que no tienen opciones. Son pobres que sufren necesidades, que siguen comiendo todos los días o los fines de semana en comedores populares, que deben seguir concurriendo a los Centros de Referencia de los barrios a recoger mensual o quincenalmente sus bolsones de alimentos, son niños y adolescentes que pelean todos los días por no tomar las opciones “laborales” que les ofrecen los distribuidores de droga amparados por la corrupción policial. No pueden sostener a sus familias con los mil doscientos pesos que cobran en el Argentina Trabaja y desde siempre son ellos los extorsionados por los punteros de los intendentes y gobernadores. Están ahí, son nuestros y nuestras hermanos y hermanas. El Indec dice que son pocos. Nosotros vemos muchos. Pero no hay dudas que son y están ahí. Salen a las rutas y caminos porque no se resignan a convertirse en invisibles. No sé si son de izquierda o de derecha. Es más, muy probablemente que en octubre la mayoría de ellos haya votado a esta presidenta.

No hace falta que a mi me contestes nada. Si tenés dudas de lo que aquí digo, si próximamente hay nuevas manifestaciones –ojalá tengan respuesta a sus reclamos y no tengan que pasarse varias horas con sus hijos e hijas en brazos en la ruta- andá a hablar con ellos, pero por favor no los llames salvajes desestabilizadores.


Isaac Yuyo Rudnik

Movimiento Libres del Sur