*Por
Maximiliano Jensen y Maia Luna
Los
resultados que las últimas elecciones dejaron en la ciudad de La Plata,
empiezan a marcar un panorama de cara a las elecciones generales de octubre,
que es donde efectivamente se van a definir los representantes que asumirán una
banca en el Concejo Deliberante.
Si
se produjeran porcentajes similares, el oficialismo ganaría terreno en el
legislativo local y podría llegar al quórum propio para aprobar diversas
medidas sin necesidad de desarrollar consensos de ningún tipo. Este hecho no es
menor, ya que es un cheque en blanco para la gestión del intendente Garro.
Más
allá de los discursos y de la corriente ideológica de corte neoliberal de
Cambiemos, no vemos en esta gestión, rupturas con el modelo heredado de las
gestiones justicialistas de Julio Alak y Pablo Bruera, sino más bien, en la
práctica, hay varios puntos de continuidad: abandono de las salitas, de los
comedores escolares, desprecio por los trabajadores municipales, muchos de
ellos con contratos mensualizados sin seguro ni obra social.
Por
el lado de la obras, la ciudad aún carece de una planificación estratégica que
incluya al Gran La Plata en los marcos de una urbanización sustentable y que
preserve el ambiente. Basta ver los basurales a cielo abierto y el mal estado
de las calles que no se han mejorado con la nueva gestión. Es más, pese a que
la empresa Esur no realiza un buen servicio de recolección de basura, la actual
gestión está de acuerdo con renovarle la licitación.
Desde lo político, entendemos que las fuerzas populares y progresistas de la ciudad tendremos que hacer las reflexiones y las autocríticas necesarias de por qué llegamos a esta situación, y de cara al futuro debemos tener la capacidad necesaria para darle a la ciudadanía una herramienta electoral atractiva que pueda disputarle, no solo los votos a Cambiemos, sino también el debate cultural que buscan instaurar nacionalmente.