Inconsecuencias y huída hacia adelante en el acuerdo para sostener los precios por sesenta días


El creciente proceso inflacionario hasta hace muy poco tomado con displicencia por el gobierno (“es sólo un reacomodamiento de precios”), ha pasado a ser motivo de importante preocupación a medida que los precios se incrementan cada vez en mayor proporción, y los aumentos de los alimentos sobre los cuales el oficialismo mira para otro lado desde hace varios años, ya no pueden ser equilibrados mediante el anclaje de las tarifas, vía subsidios que desequilibran las cuentas fiscales. El peso mayor recae sobre el poder adquisitivo de la mayor parte de la población, en un año en que el kirchnerismo juega cartas importantes en la perspectiva de continuidad o retirada. 

En 2006 el actual Viceministro de Economía escribía al respecto
“En un país con su estructura productiva fuertemente concentrada y un tipo de cambio real alto, los precios relativos  no tienen un nivel natural de equilibrio al que llegan por sí solos y espontáneamente. A medida que crece la demanda, las empresas tienen mayor capacidad para apropiar excedentes vía precios, aun cuando sus costos no se incrementen en la misma proporción. El sector transable pretende empujar los precios al límite superior, consolidando las ganancias extraordinarias y apropiando para sí todos los beneficios del esquema cambiario. El sector no transable, por su parte, espera retornar al esquema de precios que le asegure la rentabilidad (en dólares) vigente durante la convertibilidad, a fuerza de renovadas ganancias extraordinarias.”   (Las causas de la inflación en la actual etapa económica argentina: un nuevo traspié de la ortodoxia. Axel Kicillof y Cecilia Nahón. Cenda 2006).
Hoy las explicaciones sobre las causas –las pocas que dan- no son las mismas que expresan las mismas personas ahora convertidas en funcionarios, ya que por estos días aluden a “inflación importada” o a la “crisis global”. En líneas generales, como siempre hace el kirchnerismo, las virtudes son nuestras, los defectos son ajenos.
Veamos cada una de estas explicaciones. 
Variación porcentual entre diciembre 2011/diciembre 2012
 
Según los índices publicados por la FAO(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)
Según la variación de precios de los productos de la Canasta Básica Alimentaria(CBA)  del conurbano bonaerense publicada por el Índice Barrial de Precios(IBP). 
Este índice corresponde, según la FAO, a la variación del precio de exportación de la Argentina.

Si bien en la última década hubo un incremento de los precios de los alimentos en el mercado global incentivados por la demanda asiática y las maniobras especulativas, durante el año pasado los valores se estabilizaron con tendencia a la baja, salvo la soja entre los productos  que exporta la Argentina, con ínfimos  niveles de consumo doméstico. Esta estabilización a la baja, lejos estuvo de reflejarse en el mercado interno, sobre el que más bien se produjo un rebote inverso, elevando las ganancias de las empresas.

Por otro lado, la “crisis global” no repercutió porque empeoraron las condiciones para nuestras exportaciones como manifiesta el gobierno, sino que actuó sobre una estructura productiva estancada en los parámetros de la década del noventa en la que predominaron las políticas neoliberales. Los incentivos al consumo, no fueron de la mano de un crecimiento del aparato productivo nacional, y esto se refleja en el comportamiento del intercambio comercial del sector industrial, durante la década kirchnerista. 

Exportaciones e importaciones de productos industriales
 
Fuente: Andrés Wainer y Martín Schorr. Inserción de la industria Argentina en el mercado mundial. Revista Apuntes para el cambio. Marzo-Abril. 2012. 
(1) De acuerdo a la clasificación sugerida por la OCDE

El sostenimiento de las mismas proporciones en las características de los productos industriales en el intercambio del sector externo, manifestación de un estancamiento del perfil del aparato productivo nacional en un en un marco de crecimiento del consumo interno, trajo como consecuencia un incremento de las importaciones, una baja de los saldos comerciales favorables, que en todo caso se agravó durante el año 2012, por las relativas dificultades en el intercambio comercial con Brasil. La respuesta del gobierno fue limitar las importaciones alcanzando productos que no pueden ser reemplazados por la producción interna, ajustando a la baja el desarrollo general de la economía. La otra consecuencia inevitable es que “En un país con su estructura productiva fuertemente concentrada… A medida que crece la demanda, las empresas tienen mayor capacidad para apropiar excedentes vía precios, aun cuando sus costos no se incrementen en la misma proporción.” (Kiciloff y Nahón.2006). El acuerdo de precios –hay que ver cuanto tiempo dura efectivamente- atacando las consecuencias, sin modificar las causas estructurales que la potencian, en el mejor de los casos es una aspirina para una enfermedad cada vez mas grave.
La inflación es un proceso complicado que reconoce una multiplicidad de causas. No es receta adecuada enfriar la demanda por ajuste de salarios y del gasto público. Por el contrario hay que empezar por reconquistar el superávit fiscal a través de una reforma impositiva progresiva, cada vez más urgente, que recupere una parte de las ganancias extraordinarias que vienen obteniendo las empresas en los últimos años, canalizando estos recursos hacia inversiones que hagan crecer la estructura energética y el aparato productivo nacional. Esto es perfectamente posible en un contexto global, que aunque signado por la continuidad de la crisis, sigue siendo favorable para nuestras exportaciones.  Los acuerdos de precios y otras políticas macroeconómicas, como los ajustes en el tipo de cambio o intervenciones en el flujo de las importaciones y las exportaciones, aun cuando puedan ser de mucha importancia, sino van de la mano de modificaciones estructurales (como los mismos actuales funcionarios gubernamentales afirmaban hasta hace poco tiempo), sólo son una huída hacia delante que nos conducen a revivir los fantasmas de la inflación y la recesión, ya sea juntos o uno a continuación de otro.

Isaac Yuyo Rudnik
Director del ISEPCí