Como
si estuviéramos en otras épocas, volvió el dólar paralelo a nuestra economía; y
ya muestra una brecha cercana al 30 por ciento con el oficial. Acorde a una
larga experiencia eso preanuncia situaciones muy conflictivas, que recaerán,
como siempre, más sobre los de abajo que sobre los de arriba.
Hace
ya varios años que el gobierno kirchnerista se olvidó de que el suyo -por
propia definición- era un modelo de "cambio competitivo". Es más,
hasta ya no recuerdan que la salida de la nefasta convertibilidad, instaurada
por un tal Domingo Cavallo, fue lo que permitió sacar, en su momento, a la
economía argentina del abismo y usan argumentos para justificar lo que hacen de
incontrastable cuño neoliberal.
¿Qué
sucedió para que dieran tal voltereta? Que Moreno, hace rato y mas allá del
chamuyo, les dio vía libre a los sectores concentrados de la economía para que,
en lugar de invertir, aumentaran los precios. Cuando éstos amenazaron
dispararse más de la cuenta por la angurria de aquellos, no tuvieron mejor idea
que planchar el dólar; subestimando por muy subalternas intenciones, lo que
termina por suceder cuando en este país se permite la revaluación de su moneda.
O tal vez se entusiasmaron con que, como decía Carlos Menem, “así”, nos iríamos
al primer mundo.
Uno,
dos, tres años de inflación de dos dígitos y devaluación de uno terminaron por
generar lo que ya se conoce. Lo explica en forma brillante el periodista de
Página/12, Claudio Scaletta: "Los defensores del actual estado de cosas
esgrimen argumentos válidos. La competitividad, dicen, no puede sostenerse sólo
por la vía cambiaria y debe mejorarse la productividad. Con resonancias
noventistas, agregan que la revaluación es buena para los salarios. Con
inobjetable criterio, suman que devaluar es además inflacionario. Pero el
problema de fondo es hasta cuándo, o más precisamente, hasta cuánto pueden
crecer los costos en dólares sin afectar el crecimiento, el empleo y,
finalmente, la distribución del ingreso. Más cuando el freno provocado por la
revaluación aparece recién cuando el daño ya está hecho".
Ahora,
cuando el agua les llegó al cuello con el atraso cambiario, Moreno descubrió la
gran y mágica solución para el problema: frenar las importaciones y meter un
corralito para los dólares. Por cierto, en situaciones de crisis económica
internacional no está mal tener un control sobre las importaciones, para que no
entren a precio de dumping y para garantizar el adecuado superávit comercial;
todo gobierno serio lo haría. Como tampoco es equivocado tener bajo la mira al
mercado de cambios, para evitar los habituales manejos especulativos de los
grandes capitales, en especial en estos contextos.
Pero
a dejarse de joder, con un dólar cuyo valor va en dirección a ser el del uno a
uno, si es que ya no llegó a eso, aquellas medidas del gobierno sólo abonan el
camino para que explote, más temprano que tarde, la bomba cambiaria. Ya sabemos
quiénes pagan el pato cuando eso irremediablemente sucede. No son los
funcionarios que viven en Puerto Madero.
HUMBERTO
TUMINI
MOVIMIENTO
LIBRES DEL SUR - FRENTE AMPLIO PROGRESISTA