De qué hablamos cuando decimos RENOVACIÓN POLÍTICA


Desde el nacimiento mismo de nuestro Movimiento hemos hecho de la renovación política un estandarte. Ahora bien, esta consigna amerita definiciones más precisas y estas líneas pretenden ser un aporte para un debate necesario.
Un primer emergente que aparece al momento de abordar este tema es el inevitable recambio de protagonistas en la ejecución de la función pública. Es muy difícil concebir que un nuevo proyecto político, antagónico con el neoliberalismo, sea llevado a buen término por los mismos que durante años hicieron del estado una herramienta funcional al modelo neoliberal.
Nuestra ciudad de La Plata es, lamentablemente, un ejemplo emblemático de esta situación. Julio Alak y su espacio político, principales responsables de haber amoldado el Municipio a los requerimientos neoliberales, hoy pretenden la reelección para un quinto mandato. Esta vez como abanderados del proyecto nacional que conduce Néstor Kirchner.
Surgen entonces algunos interrogantes: ¿es creíble afirmar que aquellos que fundieron escandalosamente el Banco Municipal hoy puedan administrar uno nuevo orientándolo hacia las necesidades sociales?¿podemos pensar que quienes optaron por hacer megaobras monumentales antes que por resolver los problemas habitacionales de los sectores populares hoy sean los adalides de una ciudad “sin villas”?¿es posible que aquellos que avalaron la destrucción del perfil productivo de La Plata, llevándola a la cima de los índices de desocupación, hoy sean los mejores defensores de la producción y el trabajo?¿es verosímil aseverar que quienes no se inmutaron ante los enormes basurales y la emergencia de enfermedades como leptospirosis y hantavirus hoy sean los portaestandartes de una “ciudad limpia”?
Convengamos en que es, al menos, altamente improbable. La garantía de que el proceso de renovación política llegue a buen término reside en que asuman la función pública mujeres y hombres de nuestro pueblo que han estado comprometidos consecuentemente con la lucha contra el neoliberalismo.
Sin embargo, la renovación política no se agota de ninguna manera en el cambio de nombres. La consolidación del proyecto político en el que estamos embarcados requiere una profunda transformación del estado y una reformulación de su relación con la sociedad civil. No hay renovación si no cambiamos la lógica y las prácticas de la política.
En este sentido es menester asumir la tarea de democratizar el poder político. “Patria, Pan y Poder al Pueblo” exigía FORJA en el siglo pasado. “Démosle poder a los pobres” propone hoy Hugo Chávez. En definitiva, la renovación política es la Democracia Participativa.
Al mismo tiempo, es imposible pensar una democratización real del poder político sin democratizar el acceso a los recursos que el pueblo produce y aporta. La renovación política implica Distribución de la Riqueza.
El desafío que tenemos por delante es que estas afirmaciones superen el carácter de mera retórica. Volvamos a nuestra ciudad para un ejemplo. Las actuales Delegaciones Municipales han sido y son concebidas como la representación del municipio ante los vecinos y vecinas de un determinado barrio. Es decir, caminos de una sola vía. Nuestro proyecto político demanda asumirlas como espacios de organización y participación de la comunidad, con lo que hasta el nombre “delegación” se pone en cuestión. Ha de haber allí responsables electos por la voluntad popular y con mandatos revocables. Deben constituirse en instancias articuladoras para la ejecución del presupuesto participativo, llave maestra para la participación comunitaria.
A eso apostamos, al protagonismo popular para renovar la política.

Pablo Crisóstomo
Movimiento LIBRES DEL SUR
La Plata